Retrospectiva Viñarock V: Expolio y regreso a casa
(2007-2008)
La duodécima edición del festival no empezó en abril como es
habitual, sino que trajo cola desde el verano anterior. Matarile, empresa
promotora del mismo, anunciaba que el ViñaRock se marchaba de Villarrobledo.
Aludía que el ayuntamiento y la población no abastecía todas las necesidades
del mismo, la poca ayuda de los organismos locales y la necesidad de crecer del
festival. Años antes, Matarile había registrado sin el conocimiento ni consentimiento
del ayuntamiento la marca “ViñaRock” como propia, de tal manera que, aludían,
podían emplearla cómo y dónde quisieran. En resumen, que el festival era suyo.
Villarrobledo contratacaba al “atraco” de la promotora con
un festival igual que el ViñaRock, de dos días, y a un precio simbólico de 5
euros para la misma fecha. Así se creó la bicefalia: por un lado un “falso”
ViñaRock que se celebraría en Benicassim y por otro, el legítimo, bautizado
como VillaRockBledo, en la localidad manchega. La misma semana del festival,
los juzgados determinaron la ilegalidad del registro de la marca por Matarile y
le concedían la razón al ayuntamiento, de tal manera, que, a última hora, aquel
festival pudo llamarse “ViñaRock” (a pesar de que en Benicassim siguieron empleando
el mismo nombre).
Ante lo apresurado de los acontecimientos (la misma semana
del festival no se sabía si se llegaría o no a celebrar) y ante las presiones
de la promotora Matarile para que acudieran a su cita y no a la “rival”, el
cartel quedó algo descolorido en comparación con otros eventos. Aún así, grupos
como Celtas Cortos, Mojinos Escozíos, Loquillo, Porretas o Def con Dos se
presentaron en Villarrobledo junto a 25.000 personas que no dejaron morir al
festival. Era un año de transición que ni la lluvia ni una intensa tormenta
eléctrica el sábado desmejoraron (al contrario que en Benicasim, donde tuvieron
que suspender conciertos ante la lluvia registrada).
El éxodo de un año acabó y volvía el ViñaRock a su tierra. A
pesar de que Matarile “amenazó” con otro festival paralelo de nuevo, la gente
esta vez no pasaría por ese juego. Mientras que Matarile cambiaba la fecha a
julio y de nuevo de población (subastando al festival al mejor postor, acabando
en Paiporta), 75.000 personas se planteaban en Villarrobledo para ver el que
para muchos ha sido la mejor edición de todas. El hecho de que toda la marea de
heavys, punkys, raperos y demás asistentes regresara a La Mancha hacía que todo
hubiese valido la pena. Aquel festival lo encabezó Marea, bajo sorpresa y
regocijo de todos y 4 años después de bajarse de todo escenario de un festival.
No sólo regresaba, sino que ahora era más fuerte. Emir
Kusturica, el director de cine balcánico, junto a su banda ponían en la noche
del jueves la nota internacional en el festival. Por primera noche, ViñaRock
volvía a dormir en casa en la noche de aquel jueves caluroso. El viernes y
sábado dejaron pasar un festival de éxito unánime que fue clausurado por una de
las actuaciones más memorables de toda su historia: un exhausto Peret, rey de
la rumba catalana, a sus cerca de 80 años, con sus míticos éxitos de décadas
pasadas. La fiesta acabó por las calles de la ciudad hasta el día siguiente en
fiestas y “raves” improvisadas de todo tipo y todas partes. El Viña había vuelto.
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